Buenas tardes, tontos del culo:
Si os tomarais la molestia –se acabó el “ustedes”, os he perdido el respeto– de repasar la Historia –usad Wikipedia y tirad del hilo a partir de ahí, que la que os cuentan en el “cole” o en la “uni” es poco más que propaganda del bando ganador del momento–, desde antes de los romanos, por poner un punto de referencia y no mandaros a repasar al puto Neolítico, si repasarais la Historia, repito, no volveríais a estar dando por culo con la mierda de los nacionalismos, de las identidades nacionales y demás pamemas cuya única finalidad consiste en que los jefes de las tribus, los señores feudales, sigan disponiendo de esclavos y carne de cañón que trabaje y muera en defensa de SUS feudos, sus propiedades, so capullos, que todo lo que os pase es poco.
Si os tomarais la molestia, veríais que los nacionalismos siempre emergen en circunstancias similares, y siempre es un tira y afloja entre feudos por la pasta –o por los recursos, o por cualquier otra forma que pueda adoptar la pasta–; pasta que no os van a dar a vosotros, capullitos de alelí. Y esto ha sido y es así, en Hispania y en cualquier otro sitio donde ya hayan aprendido a plantar y recoger nabos, actividad que, al parecer es más que suficiente para declarar un trozo de tierra como propiedad privada. ¡Pero mira que hay que ser majaderos! ¿Pero cómo os podéis seguir creyendo el rollo de la independencia? ¡Que no tienen intención alguna, hombre! ¡Que no hay mercader al que le interese cerrar mercados, señores! Y otra cosa no serán, pero mercaderes lo son un rato. ¿Dónde mierdas está el referéndum ese para preguntarle a la gente? ¿Pero no veis que ni a uno ni a otro –¡y da igual quiénes sean el uno y el otro, es irrelevante!– les conviene preguntar a la gente?
Y, mira, si necesitáis una banderita y unas cuantos folclores y costumbres –que durarán lo que tengan que durar, que las costumbres son hijas de la necesidad y cambian lo que haga y cuando haga falta– para saber qué y quién coño sois –y mira que son preguntas fáciles de responder: un bicho y uno más entre los bichos–, pues bien, no seré yo quien os lo impida, pero conmigo no contéis, ni me toquéis los cojones con cómo tengo que pensar, cómo tengo que hablar, a quién tengo que venerar, ni me vengáis con amigos o enemigos ficticios según la ocasión. ¿Queréis seguir manteniendo la sopa boba de vuestros señores feudales? Muy bien, es cosa vuestra, pero a mí no me vengáis con dogmas de fe; conmigo no contéis.
Y ahora, si son tan amables –me calmo y recupero los modales–, hagan el favor de arrastrar sus cadenas y de gimotear un poquito más allá, que me encabronan al crupier y me dobla los naipes cuando reparte... (Lástima de máquina del tiempo, que os iba yo a mandar a todos al 200 antes de Cristo a que fuerais allí con el cuento…).